jueves, noviembre 24, 2011



...entre examenes y sus circunstancias

Aviso desde el principio de que esta va a ser una entrada atípica para la línea que siempre he seguido en mi blog y es que hoy sí voy a hablar de mi vida y de mis días.

 El próximo lunes me enfrento a mi examen de conducir. Es sólo el teórico pero, cuando muchos lean estas líneas, no darán crédito a que por fin me haya decidido a hacerlo. Yo tampoco sé lo que he hecho y estoy haciendo y aún entiendo menos, y creo que es un gravísimo error, que haya terminado examinándome aquí, en Cantabria, en vez de en Calahorra.

Dicen que es fácil, otros que depende de la suerte... yo digo que indudáblemente es lo más aburrido e infumable que he leído en mi vida y eso que, cuando leía mucho, leí muchísimo y no todo bueno.

Lo que sí que me está costando demasiado es compaginarlo con ese extraño horario de trabajo con el que nos obsequian por estos lares e, indudablemente, por las circunstancias en las que este examen se enmarca. Puede que esto me haga estar en un "modo exámenes" aún más extremo de lo habitual. Para los que hayáis padecido lo que esto significa, creo que incluso vosotros seríais incapaces de imaginarlo elevado al cuadrado (sí, "rubia", al cuadrado).

Quedan tres días y ya no me aguanto ni yo. Por una parte necesito que el lunes llegue ya y, por otra parte, necesito tiempo, como siempre, para poder llevarlo decentemente. Sin embargo, una cosa y la otra son tan incompatibles, como lo somos los exámenes y yo.

Puede que en un primer momento fuera la posibilidad de moverme de Comillas, de poder ir "de verdad" los fines de semana a La Rioja, de dejar de depender de horarios de autobuses, lo que me ayudara a dar el primer paso. Puede que ahora sean esas mismas circunstancias que traban el camino y elevan aún más mi "estado exámenes" las que, a su vez, me impulsen a intentar sacar tiempo de dónde no hay, a robarle horas al sueño y casi a mi vida para poder mirar ese tostón de libro intentando aprobar el lunes.

Cuando la pereza y las faltas de ganas de estudiar me embargan, siempre pienso que en cualquier momento, esos dos exámenes, un coche y cuatro viajes pueden llevarme a derrotar, sin necesitar ayuda de nadie, a las circunstancias; esas armas serían suficientes para vencerlas en silencio, para lograr que las circunstancias queden atrás para siempre.



Paradojicamente, necesito volver a ser la yo de siempre, aunque eso signifique ser la yo de nunca. Así que, lo dicho, ¡me vuelvo a estudiar!

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