martes, enero 11, 2011

Aquellos años locos (I) -
[De dónde vengo]

Nací en Calahorra el primer día de las fiestas en Honor de San Emeterio y San Celedonio a hora taurina por un capricho del destino. De hecho, mi madre siempre cuenta la anécdota de que, alguno de los involucrados en el parto intentó acelerar el parto para poder cambiar el turno y llegar a los toros. Las fiestas solían desarrollarse a partir del 30 de agosto, mientras ahora, el cohete anunciador del comienzo, se lanza el 25. Pero ese año el destino quiso que el calendario cambiase y ese 28 de agosto fuera el primer día de las fiestas patronales.

Veleidades de la vida, puedo presumir de haber aprendido a nadar antes que a andar. Bueno, más bien podría presumir por mi precocidad acuática o avergonzarme por mi tardanza en caminar; pero lo cierto es que a los nueve meses, posiblemente motivados por mi inquietud, mi familia decidió que era importante que supiera nadar por si algún día, gateando, terminaba cayéndome a la piscina… algo que; obviamente, ya andando; haría tres años después en pleno mes de noviembre.

Recién cumplidos los tres años, comencé mi educación  en el colegio Santa Teresa de Jesús, centro que abandoné, ya al filo de mi mayoría de edad, quince años después. Comencé en Parvulario y, aunque parezca mentira, aún recuerdo la ilusión de aquel día en que logré “ser de los mayores…  con tan sólo seis años. Y cuando por fin fuimos los mayores, no tardamos mucho en darnos cuenta de que volvíamos a ser los pequeños de EGB (sí, yo puedo presumir de ser de la EGB). Resulta irónica la naturaleza del ser humano, como siempre queremos lo que no tenemos: de pequeños, queremos ser mayores y de mayores, en cada uno de nuestros cumpleaños, no recordamos si ese día cumplimos un año más o dos menos que el anterior.

En fin, investidos en “los mayores” aunque rauda y bruscamente arrojados por la realidad a la categoría de “los pequeños”, aquel manotazo con la realidad, aquella derrota nos dio más fuerza y esa fuerza no nos permitió afligirnos en nuestra obstinación por crecer. Volvimos a empeñarnos en ser mayores y el camino, esta vez, iba a ser largo y cada vez más duro: atravesamos la EGB , escalamos BUP, coronamos COU e izamos nuestras triunfantes banderas al vencer al dragón de las siete cabezas (una por cada asignatura), llamado “Selectividad”.

Sí, también soy de SELECTIVIDAD, de la de verdad, de las auténticas que tienen poco o nada que ver con las actuales, no de las “antes-conocidas-como-selectiva-y ahora-PAU”; fuimos los “Prince”, no el enrevesado símbolo de “El artista antes conocido como Prince”)…

De mi paso por el colegio, guardo (y comparto) grandes recuerdos, enseñanzas y, por supuesto, amigas y amigos. Poca gente puede presumir, veintiocho años después, de mantener aquellos amigos que hizo cuando tan sólo tenía tres.

De todas formas, he corrido demasiado, así que será mejor que regresemos unos años atrás. 


(continuará...)

Próximo capítulo: Aquellos locos años II: [Cosas de niños]

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